16 mar 2014

¿El último día?

Relato participante en la escena 16 del Taller de Literautas.

Condiciones de la escena:
-Parque como único escenario.
-Aparición de un periódico viejo.

¿EL ÚLTIMO DÍA?

Era una noche fría y oscura. La lluvia repicaba sobre el metal de los columpios, pobremente iluminados por la única farola operativa del parque. Por el tobogán resbalaban las gotas de agua fundiéndose con la sangre del cadáver que sobre él reposaba. Y era aquel cadáver lo que había llevado hasta allí al veterano inspector Garrido.

Yo ya había trabajado con Garrido en varias ocasiones. Su nombre era toda una leyenda en el cuerpo, pero el hombre que tenia frente a mí no se parecía al recuerdo que guardaba de él. Tenía el aspecto del típico cincuentón cachas de los anuncios de colonia que solo usan los viejos. Sin embargo su figura era la de un hombre cansado, derrotado, y el aroma que desprendía recordaba más a una licorería que a cualquier perfume.

—¿Y bien? ¿Que pinto yo aquí, Moreno? —me preguntó sin siquiera prestar atención al cadáver.
—¿Cómo dices? ¿No está claro? —contesté señalando el cuerpo.
—¿Esto? Un hombre blanco de mediana edad, con un buen traje, en esta zona de la ciudad por la noche... Es evidente que vino a echar una cana al aire para celebrar la navidad y le atracaron.
—Eso imaginamos todos, pero conserva la cartera y el móvil.
—En ese caso supongo que ya habréis averiguado quién es nuestro amigo, ¿no?
—Así es. Hemos comprobado el nombre y, la verdad, parece un tipo corriente. Excepto por un detalle, claro.
—¿Qué detalle? —preguntó pareciendo mostrar por fin algo de interés.
—El motivo por el que te he hecho venir precisamente a ti. Al comprobar el nombre hemos descubierto que el 25 de Diciembre del año pasado se publicó su esquela en el periódico Verdad Independiente.
—¿El 25 de Diciembre? Hace exactamente un año... ¿Así que alguien ha estado un año entero planeando su asesinato? Al final si que va a haber merecido la pena levantarme de la cama —exclamo con una triste sonrisa.

Lo cierto es que esperaba que aquella revelación le impactara un poco más, pero teniendo en cuenta la actitud que tenia al llegar me dí por satisfecho.

—Bueno —me sacó de mis pensamientos—, en ese caso dudo bastante que la víctima fuera realmente una persona corriente. Alguien se ha tomado muchas molestias en adornar su muerte y tenemos que averiguar el motivo. Imagino que ya has puesto a alguien a investigar quien pagó por la esquela falsa, ¿verdad?
—Por supuesto —solo el hecho de que me lo tuviera que preguntar para asegurarse me pareció una ofensa.
—Bien, pues mientras tanto habrá que centrarse en lo que tenemos aquí. Sugiero que empecemos por...

De pronto se interrumpió. No solo él, todos los agentes nos quedamos paralizados: el móvil de la víctima había comenzado a sonar. En nuestras cabezas imaginábamos lo que vendría a continuación: una incomoda llamada por parte de un familiar preocupado al que tendrían que comunicarle la trágica noticia. Sin embargo el móvil no volvió a sonar y todos nos relajamos, pues solo se trataba de un mensaje de texto. Tras un segundo recuperé la respiración y alargué la mano para coger el teléfono.

—Has tenido suerte. ¿Recuerdas cuando la gente no tenía móviles? Podías preparar la noticia como dios manda, sin... ¿Eh? ¿Qué sucede? —se interrumpió al verme.
—El mensaje es del asesino, mira.
—“Mirad en la papelera” —leyó.

Garrido alzó la vista en busca de la papelera más cercana, se dirigió rápidamente hacia ella y de su interior sacó algo que no pude ver. Al volverse hacia donde me encontraba pude ver como había cambiado totalmente. Ya no era la misma triste figura que cuando llegó al parque: ahora se alzaba ante mi como el héroe que recordaba, con paso seguro, la cabeza bien alta y una expresión en la cara que indicaba a todos que él siempre iba un paso por delante del resto. Bajo el brazo llevaba lo que había encontrado en la papelera.

—Tenemos que ponernos las pilas —fue lo único que me dijo mientras me mostraba su descubrimiento.

Entre sus manos sujetaba la sección de necrológicas de Verdad Independiente del 26 de Diciembre del año pasado, donde había una señalada en rojo que resaltaba sobre las demás y que rezaba: “Manuel Garrido Durbán, que en paz descanse”.